jueves, 24 de noviembre de 2011

“La constancia del devenir y la fuerza de la autorrealización en el desarrollo evolutivo del ser”

1.    Introducción
Retomando la teoría de las líneas del desarrollo de Anna Freud, tomare como base central, la primera línea: “del estado de dependencia hasta la autosuficiencia emocional”, (con una edad de los cero a los veinticinco años). Por otra parte me centrare, en la teoría de Melanie Klein y sus dos etapas “esquizo-paranoide” de cero a tres meses, y la “depresiva” de tres a seis meses.
Tomare solamente la teoría de Margaret Mahler, en cuanto a su fase de “separación- individuación normal”. Si bien hace alusión a las etapas de Erick Erickson, su concepto de “autonomía contra vergüenza” e “identidad contra confusión de roll”, lo importante, en este caso, es rescatar,  la autonomía y la identidad.
Para finalizar, me parece importante agregar el enfoque socio cognitivo de Vigotsky, mismo que integrara por una parte el desarrollo del ciclo vital familiar.
Mi particular punto de vista, me orienta a tomar base  del humanismo, y por ende, cada una de las ideas, serán cargadas de teorías filosóficas, y en particular de teorías humanistas, como la “terapia centrada en el cliente” y el “proceso de convertirse en persona” de Carls Rogers, así como el concepto fundamental de “autorrealización” por parte de Abraham Maslow.




2.    Presentación.
“La constancia del devenir y la fuerza de la autorrealización en el desarrollo evolutivo del ser”
Es bien sabido, que el ser humano, al nacer, es considerado como “un pedazo de carne palpitante”, esta visión, me da la impresión de una postura, en la que lo importante “es” lo que viene, es decir; lo que constituye al ser humano, como “ser”, es aquello que lo formará a lo largo de su vida, y que por ende, cuando nace, no “es”., sin embargo, mi postura, efectivamente está basada en teorías psicoanalíticas, pero con un enfoque más humanista, por lo que, sinceramente pienso que existe una fuerza de “autorrealización innata” que va másallá de “el pedazo de carne palpitante”, y que cuando se nace, ya se “es”. Me permito enfatizar esto, ya que es importante tomar en cuenta mi visión a lo largo del escrito, pues al ser algo personal, es significativa la postura que manejaré en cada una de las siguientes páginas.
El primer vinculo que se forma, es el de madre-hijo, es necesario, sustancial, para la satisfacción de ambos sujetos, en la fase de separación-individuación (M. Mahler), me da la impresión de que al igual no es necesariamente superada a la edad de 36 meses, por lo que en el caso de la etapa esquizoparanoide y más tarde la depresiva (M.Klein), se siguen repitiendo en las relaciones interpersonales; y es notorio, como en el caso de la autonomía contra la vergüenza y la identidad contra la confusión de roll (E. Erikson), se siguen repitiendo; lo que es aún más evidente, es como, en el ciclo vital de la familia, representa una crisis, que tiene génesis en la dependencia y tiene fin, en la autosuficiencia emocional (A. Freud), por lo que a esta edad de veinticinco años, socialmente es aquí, cuando en el ciclo vital familiar se empieza el decline, y el desprendimiento de los hijos, ya como algo físico, objetivo, es decir; más palpable; sin embargo lo que nos interesa aquí no es aquello sumamente físico, si no emocional, afectivo y por ende alude a lo psíquico.




3.    Desarrollo.
En el primer año de vida según Melanie Klein, se viven dos etapas. La esquizoparanoide y la depresiva; donde nunca se superan; donde tiene origen en  el pecho malo y persecutorio, el que pone límites, y por ende estamos hablando de las figuras de autoridad, donde la primigenia evoca a la madre como figura que producen ansiedad, y que por ende hace que el niño se quede con lo bueno de la madre y lo malo, o lo que no le gusta, se aleje, utilizando el mecanismo de defensa de introyección. Más tarde, en la etapa depresiva, donde la integración, hace que exista una reparación; misma, que según mi punto de vista, es aquí, donde tiene génesis “la resilencia”, ese poder de seguir adelante, aun cuando se presentan situaciones traumáticas.
En su contraparte, Margaret Mahler, nos habla de una separación que tiene como objetivo una individuación al término de la etapa, es decir; estamos hablando que a los 36 meses de vida, el niño es un individuo que tiene la capacidad, de evocar y por ende “ya sabe quién es”, sin embargo, creo que esto mismo hace que no sea una etapa terminada fija; es decir; la confusión de roles, es una extensión de esa búsqueda del saber quién se “es”;  también, en las líneas del desarrollo de Anna Freud, se habla de una autosuficiencia emocional, hasta los 25 años, por lo que vemos, nuevamente, que efectivamente, existe ese “ser” vinculado con otro; habría que descartar la posibilidad de un vínculoenfermizo; a lo que me trato de referir, es que efectivamente, no se supera en las relaciones interpersonales esa total separación, si no que se está en una constante reconstrucción de la individuación, motivada por la autorrealización; es decir; siempre se depende de la madre; me permito hacer un paréntesis, en que es una dependencia normal, en la cual, al ser sujetos sociales, dependemos unos de otros, por lo que no estoy hablando de alguna fijación, anormalidad, trastorno o algún otro peyorativo que suscite anomalías en la relación; si no que estoy hablando de aquello que el “self” hace en su interacción social durante el ciclo vital familiar, y que por ende en cada una de las relaciones interpersonales que le acontezcan, no solamente con el vínculo primario.
Me parece importante recalcar, que Mahler tiene una subfase, llamada “reacercamiento”; creo que es aquí; donde el niño al tener esta integración del objeto; es decir, mamá es mala y a la vez mamá es buena (M. Klein); va y viene físicamente de aquel vinculo; sin embargo, no solo es en la edad de los 15 a 24 meses, si no que sigue existiendo éste ir y venir, cotidianamente; sin embargo Margaret nos habla de que es hasta cuando existe una constancia objetal emocional y su consolidación que se forma hasta los 24 a 36 meses; sinceramente; me parece que no se termina a los 36 meses; es decir; Anna Freud habla de una autosuficiencia emocional a los 20-25 años; ahora bien; yo digo que en realidad, no existe en si un fin, a dicha “autosuficiencia total”, sin embargo existe una “autosuficiencia parcial”.
Al ser seres sociales; nunca estaremos totalmente separados físicamente de otros; por lo que tanto objetiva como subjetivamente, no se tendrá una totalidad emocional de autosuficiencia; sin embargo si una parcialidad, porque siempre estaremos en ese reacercamiento hacia nuestros pares; no solo a la madre como vinculo primario afectivo, si no que de igual manera lo estaremos hacia todos con los que establezcamos una relación interpersonal, a tal grado que hablamos de una constante; por lo que en sí, queda descartada la “indiferencia” (ausencia del amor “eros” y odio “tanatos”).
Con la salida del hogar de los hijos en edades entre los 20-25, retomando las líneas del desarrollo de Anna F. y el desprendimiento de los hijos, “el nido vacío”, de la declinación del ciclo vital familiar; da la impresión de que se empieza una total individuación, una “separación total”; pero no es así; ya que efectivamente;  se “vuelve” al reacercamiento emocional; es decir; se está en la constante de ir y venir, a lo que llamare: “devenir”, (más adelante explicaré detenidamente el porqué de dicho concepto), de con la madre o padre; pese a que efectivamente se supondría que ya no existe esa necesidad de regreso ya que al tener la capacidad de evocar las figuras patriarcales, es cubierto; sin embargo vemos, que tarde o temprano se re-acerca al objeto emocional, claro está que con el paso de los años, no es a cada hora, ni todos los días; hablamos de un “devenir” en el que el poder de la “autorrealización” funciona como mediador, de una constante sana, en la que no se interfiere con las otras relaciones interpersonales de manera agresiva, enferma.
Así es que entonces, al integrar al objeto, también se integran no solo a la madre, si no a las otras relaciones afectivas, con las que el “self” interactúa; y que constantemente se regresa a ellas, en el caso de los hijos aún después de los 25 años, donde ya “existe” una conciencia y una capacidad para evocar y hablo de un –“existe”- porque pese a esto, por el hecho de ser seres sociales, necesitamos de los otros, por lo que no existe una total individuación, más sin embargo; poco a poco gracias a la reparación y a esa fuerza de “autorrealización” se llega a una “real autosuficiencia emocional”, más no total; cabe aclarar  que hablar de totalidades, implica cada una de las partes, (sin restantes), del individuo.  Un tipo de independencia,  la cual vemos que es inexistente; y en su contraparte, al hablar de real, (me permito hacer la aclaración),  es una realidad psíquica, en la que no se depende del objeto para “ser”, es decir; que en su ausencia no se deja de pensar, sentir ni actuar.
La fuerza intrínseca de “autorrealización” como mediador y conducto a la sanidad, se ve recalcada en la teoría de Erikson, con su etapa de autonomía contra vergüenza. Donde lo importante a resaltar, será el concepto de autonomía y la virtud (fuerza de voluntad). El niño, del segundo al tercer año de vida, se encuentra en el desarrollo biológico muscular, por lo que, tiene mayor posibilidad de ejercer la marcha (caminar), esto, por el lado anatómico-fisiológico y por otra parte, la posibilidad social de aferrarse a las cosas, situaciones, hechos, y por otra parte, la de soltar, el dejar ir un suceso trágico y no obstinarse a él; por lo que parece claro, que el motor de la Fuerza de Autorrealización (FA), aparece implícitamente, llevando al sujeto a no quedarse en el pasado, a ver y vivir “el aquí y el ahora”.
Ahora bien, el individuo, a la edad de los doce a los dieciocho años, “adolece” al tener consigo una confusión de su roll social, y el papel que ejerce, por lo que el adolescente, más allá de adolecer, más bien, se encuentra incomprendido por sí mismo, al tener que “ser”, cuando por la misma confusión, no se ha dado cuenta de que ya “es” y gracias a la virtud de la fidelidad, puede encontrar ser fiel, así mismo. Por lo que remarco entonces, que pese a que tiene una identidad no habrá que confundirla con “independencia total emocional”, por lo ya antes aclarado.
Es entonces, cuando en este mismo curso, de manera ascendente, al término de ésta etapa y la que le siguen, usualmente, en el ciclo vital familiar existe una separación física-social, ya que “el nido vacío”, representa no solo la salida de los hijos, si no la posibilidad de formar una nueva familia. Sin embargo, la necesidad emocional del “self”, hace que se regrese al primer y único lazo parietal (regularmente).
Desde la infancia, hasta la adolescencia  y desde la adolescencia hasta la edad adulta, se encuentra el ser humano en un ir y venir, en un “devenir”. Retomo lo ya antes hablado, acerca de la explicación del devenir, me refiero estrictamente, a que al ser sujetos sociales, se entiende que por ende, para establecer una interacción interpersonal, es necesaria la movilidad, es por ello, que el ser humano es un sujeto móvil, y al tratarse de movimiento,  va implícito el cambio; mismo que posibilita la mutación para el flujo de la F.A.
Así mismo, continuando con la misma línea, he mencionado ya, que efectivamente, se llega a una  “real autosuficiencia emocional”, porque pese a que el hijo, presenta ya, una autonomía, es capaz de evocar, presenta una separación-individuación e incluso socialmente considerado como un adulto independiente, su autosuficiencia emocional (A. Freud), es relativa, ya que incluso en las relaciones objétales adultas, su “self” social necesita de el “devenir”, de re acercarse  (M. Mahler) y por supuesto de integrar (M.Klein) lo “real”, es decir; dejar a un lado lo “ideal”, lo que no existe, y por ende “aceptar”; digo aceptar entrecomillado, en el sentido en que usualmente se le atribuye un sentimiento de una resignación conformista a la palabra, y al hablar de resignación y conformidad, ambas evocan inmovilidad, donde solo se actúa como receptor y no como modificador, por lo que en este sentido, no me refiero a una aceptación mediocre, más bien, he de referirme, a una aceptación estrictamente en pro del cambio, del devenir, donde se vea lo real, gracias a la fuerza innata de la salud, el camino de la F.A. flujo mismo, que a mi particular punto de vista, se ve estancada gracias a la falta de ayuda; si bien ya lo decía Vigotski, estamos hablando de una ser social, y al hablar de desarrollo del mismo, va entre ligado su aprendizaje, que se genera en lo social (desarrollo diferente a aprendizaje), donde la “zona del desarrollo próximo”, ese puente que lo impulsa mucho más a que el niño, más tarde adolescente, luego adulto y por qué no, incluso anciano, desarrollen sus capacidades, de las ya aprendidas (actual), a el nivel de desarrollo potencial y por ende óptimo; algo súper importantes que no debemos olvidar, será la guía de un adulto, de un tutor, sin embargo, en este caso no solo me refiero a un padre (como vínculo afectivo primario), si no que me refiero a la orientación profesional, es decir; estoy hablando del psicólogo, ya que, es aquí, ahora sí, donde desgraciadamente al ir pasando por etapas, se van dejando rezagos.
La sociedad, es una masa que siempre juzgará, es impropio decir, que no será imposible hacer a un lado los roles y las etiquetas; el ser humano no se siente persona, cuando realmente “es” persona, tiene la máscara (C. Rogers) que presenta ante la sociedad llena de poder, mismo que ejerce solo para juzgar y al humano simplemente se le juzga, nuevamente me refiero a algo inmóvil, donde solo se recibe;  sin embargo, gracias a un ambiente de libertad para expresarse, donde se hable desde adentro, desde lo más profundo del “self”, es ahí donde se reencuentra con el “ser”(el ser persona), con lo real, desgraciadamente dentro de la población mexicana la guía profesional es ilusoria, ya que aparentemente todos se encuentran “bien”, viven con el ideal, cuando la realidad, dentro de la máscara ni siquiera la han descubierto, es así como considero, que es entonces cuando se ve truncado el flujo de la sanidad; sin embargo, ya Abraham Maslow lo decía,la fuerza innata psíquica, sigue su curso y empuja a la persona que se movilice, a que se eche a andar el motor, a que se encuentre y se tome conciencia de su “ser real” y llegar así a la autorrealización .
Es así, como creo suponer, que nunca en realidad se deja de seguir adelante, siempre se buscará el bienestar, y como ya hablábamos, la movilidad, hace que se busque la resilencia, gracias a la aceptación, con cada relación interpersonal y por supuesto, lo más importante, incluso con el mismo “self”, con el mí mismo, con el objetivo de la “autorrealización”, pese a que se hagan críticas con respecto a la relativa búsqueda de la felicidad, creo que no es necesariamente relativa, ya que hablamos que inmanentemente existe ya en nosotros la fuerza de el “ser”, dispuesto a la autorrealización, solo hay que quitarnos las “mascaras” (C. Rogers), los ideales de la “totalidad”, porque al ser ideal,  es inexistente y por ende nunca se llegará a la totalidad, sin embargo sí, a una realidad móvil y accesible por medio y conducto de aquella fuerza impulsora: “la autorrealización” (A. Maslow).






4.    Conclusión.
Siempre se llegará a una “real autosuficiencia emocional”, mas no ideal, siempre y cuando se cuente con la guía de un terapeuta (Vigotski) o un espacio libre influjos, sin prejuicios ni reproches (Terapia centrada en el cliente, C. Rogers). 
Concuerdo con M. Klein, en cuanto a la falta de superación total de las dos etapas que según su teoría se presentan en el primer año de vida, y que repetidamente se vuelven a vivir, en las siguientes relaciones interpersonales; por lo que descarto la posibilidad de una total “separación- individuación”, que menciona M. Mahler, ya que siempre se dará a lo largo del ciclo vital familiar, así como en otras relaciones, un constante  “devenir”; la “autosuficiencia” emocional (A. Freud) y la “autonomía” (E. Erickson), se vuelven relativas, ya que el ser humano es un ser social, y por ende es una necesidad del “self”, el relacionarse con otros y al ser “ser”, queda predicho que siempre desde el momento que se nace se “es” y por eso, solo hay que tomar conciencia de la “identidad” (E. Erickson), al quitarnos las “máscaras” (C. Rogers), gracias a la fuerza innata de la “autorrealización” (A. Maslow).

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